LA PLAZA
Del espacio defensivo al escenario urbano
LA PLAZA COMO EJE DE ORGANIZACIÓN
Aunque la ciudad tiene un diseño cuadriculado cuenta con mazanas semi irregulares donde no solo cuenta con una plaza mayor centralizada sino varias plazas que concentran la vida publica mercantil y religiosa de la ciudad, con roles y funciones diferentes.
En los primeros tiempos de la ciudad, la Plaza de Armas como plaza mayor constituyó el espacio fundacional más significativo. Según relata Oliva, “el historiador José Martín Félix de Arrate refiere que hasta 1753 se conservaba la robusta y frondosa ceiba que marcaba el sitio donde se realizó la primera misa y cabildo de la Villa de San Cristóbal de La Habana” (Oliva, 2014, p. 134).
Durante el siglo XVI, la plaza fue tomando forma con la construcción de edificios institucionales. “La plaza de Armas fue la primera en la Villa, sitio donde se emplazó la fortaleza de la Real Fuerza, la Parroquial Mayor, el convento de los dominicos y el hospital” (Oliva, 2014, p. 133). Este conjunto consolidaba el carácter militar, religioso y administrativo del centro urbano. El uso militar del espacio público no fue casual: “El uso de las plazas mayores para ejercicios militares era característico de muchas ciudades americanas; en el caso de La Habana, tal vez haya pesado más el hecho de haberse emplazado en este sitio el Castillo de la Fuerza” (Oliva, 2014, p. 135).
La ubicación de la plaza respondió a criterios estratégicos y simbólicos. Como señalan Rodríguez y Miguens (2006), “en aquellas ciudades portuarias o fluviales […] es además el punto de encuentro de la población, lugar de reunión, de mercado en ocasiones, de manifestación y de celebración de las más importantes ceremonias cívicas” (Rodríguez y Miguens, 2006, p. 106). Esto refuerza la función central del espacio como organizador de la vida social y del tejido urbano.
A nivel formal, el plano de Cristóbal de Roda en 1603 intentó regularizar la trama urbana. “El planeamiento del ingeniero militar Cristóbal de Roda (1603) marcó el futuro desarrollo urbanístico de La Habana, modelo creado a partir de las Leyes de Población de 1573, cumplidas por el resto de las ciudades portuarias del período” (Oliva, 2014, p. 133). Sin embargo, esta regularización no fue inmediata ni completa.
En cuanto a la arquitectura del entorno, esta era sobria y funcional, en el período colonial temprano la monumentalidad aún no se había instalado en el espacio público.
Finalmente, la plaza funcionaba como regulador del espacio social. “El rango social se establecía también en cuanto a la cercanía a la plaza mayor; las casas de la nobleza, de los conquistadores o de sus descendientes eran las más cercanas a este espacio. Conforme aumentaba su lejanía se degradaba el estatus social del habitante” (Rodríguez & Miguens, 2006, p. 107

1 PLAZA DE ARMAS
2 PLAZA NUEVA
3 PLAZA DE DE SAN FRANCISCO



Durante el siglo XVIII, la Plaza de Armas adquirió una nueva dimensión simbólica y monumental dentro del sistema urbano de La Habana. Las reformas borbónicas y la consolidación del poder colonial promovieron una redefinición del espacio público, visible en los nuevos edificios administrativos que enmarcaron este núcleo histórico. “Ambas construcciones definen el carácter monumental de la Plaza de Armas, exteriorizando el cambio de escala de la dominación colonial en Cuba” (Transformación Urbana en Cuba, 1974, p. 20).
Estos edificios marcaron un quiebre en la imagen urbana de la ciudad. El espacio dejó de ser solamente un lugar funcional o militar para transformarse en un ámbito escénico de representación del poder.
No fue la única plaza en transformarse. La Plaza Nueva, rehabilitada como mercado a fines del siglo XVI, se consolidó en el siglo XVIII como un espacio mercantil y festivo. “La actualmente conocida como Plaza Vieja constituyó un espacio de confluencia de todos los grupos étnicos presentes en la ciudad. Además de las actividades mercantiles, fue sede de fiestas civiles y religiosas, corridas de toros entre otras” (Oliva, 2014, p. 424).
A su alrededor se levantaron importantes residencias y edificios de fachada continua. “Vecinos pudientes comenzaron a erigir sus casas con imponentes fachadas dirigidas a la plazuela, portales corridos y grandes columnas de cantería a la manera de las que ya existían en la Plaza Nueva” (Oliva, 2014, p. 424). Este tipo de intervención revela cómo el espacio público influía en la arquitectura privada, generando una estética común de carácter representativo.
También la Plaza de San Francisco adquirió una función múltiple. “Al mismo tiempo fue sede de los escribanos, el traslado de todo tipo de mercancías y el abastecimiento de agua a los buques que calaban en el puerto” (Oliva, 2014, p. 423). Esta plaza, ubicada frente al convento homónimo y cercana al puerto, integraba funciones religiosas, cívicas y comerciales.

1 PLAZA DE ARMAS
2 PLAZA NUEVA
3 PLAZA DE SAN FRANCISCO
4 PLAZA DE SANTO CRISTO
5 PLAZA DE LA CATEDRAL


Así, las plazas en la Nueva Habana barroca adquirieron mayor especialización funcional. Mientras que la de Armas expresaba el poder administrativo, la Plaza Vieja organizaba el comercio y la vida cotidiana, y la de San Francisco servía como nodo portuario y ceremonial. Estas transformaciones acompañaron la nueva configuración social y económica de la ciudad.
Por tanto, el sistema de plazas pasó de una concentración simbólica en torno a un único centro, a una red articulada de espacios públicos con funciones diferenciadas, reflejando la complejidad de una ciudad moderna en expansión.